Desde
la madrugada del día 17 de Julio se suceden las noticias de inundaciones
tremendas en los afluentes de la margen izquierda del Rin, sobre todo en su
cauce medio. Las imágenes son dantescas, con hogares arruinados y vehículos
destrozados.
En
España estamos acostumbrados a este tipo de imágenes, pero las víctimas mortales
no alcanzan, en cada ocasión, el número de las personas muertas o desaparecidas
de aquella región. Es una zona esencialmente plana, no son ramblas como las
españolas, o las de los cañones de la cuenca del río Colorado. Por eso la
tragedia es más inesperada.
La
situación del chorro polar los días anteriores muestra un esquema en Ω
invertida sobre el Atlántico central, similar, pero inversa a la que produjo la
ola de calor extremo en los estados de Oregón y Washington de los EE UU y la
Columbia Británica de Canadá. Estos meandros profundos del chorro polar
arrastran con mucha fuerza aire desde regiones lejanas a las zonas de las
incidencias meteorológicas.
Al ser la situación la de una Ω invertida, el chorro polar arrastró aire cargado de humedad desde el Atlántico central sobre Europa El meandro anterior al de la Omega invertida inyectó ese aire sobre Cantabria, cruzó España, giró sobre Lombardía y empezó a girar en una baja ciclónica sobre la zona del Rin. Al mismo tiempo el chorro subtropical estaba inyectando aire caliente desde el Sahara sobre Argelia y la Toscana, excitando aún más la baja, el ciclón de Renania. En un momento, este ciclón (realmente, un mini-huracán) empezó a descargar agua sobre los ríos que la llevan al Rin.
Los ríos centroeuropeos no están preparados
Los ríos centroeuropeos no están preparados para las inundaciones. Sus bancos son muy bajos, pues lo normal es que el agua circule siempre de manera suave, sin saltar los márgenes. El ciclón que estoy comentando descargó 150 litros de agua en 12 horas. Las descargas de agua en España descargan más litros en menos tiempo, pero este agua se canaliza en las ramblas y sus efectos son más intensos pero mucho más concentrados.
El problema de las inundaciones es la falta de aceptación de la incertidumbre. Por lo general no se tienen preparados protocolos para estos casos, como tampoco para las olas de calor o los incendios. Se asume que las cosas van a funcionar en el régimen promedio, y no se preparan las alternativas para los casos extremos. Cuando estos ocurren, se pide ayuda al ejército, a los propios ciudadanos que no pueden hacer nada, a unos sistemas evidentemente infradimensionados.
Ocurre en
muchos sitios de España ante los incendios forestales. Ocurrió con la helada de
enero, ocurrió hace una década con una ola de calor que mató a muchas personas
en París, ocurre una y otra vez en países tremendamente desarrollados como EE
UU y la UE, y con mucha frecuencia en países como Etiopía y los del golfo de
Bengala, sometidos todos los años al monzón índico.
Fuente:
Noticias Medio Ambiente
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